Si no se permitía volar.
Que peligrosa es la certeza de lo imposible;
cuando nunca tuviste agallas para intentarlo.
Con los ojos puestos en sus heridas,
se acostumbró a aquello
que tanto daño le hacía.
Estar quieta
era mejor que animarse.
Hasta que saltó al vacío
sin conocer sus alas.
Nunca estuvo tan rota;
pero eso la hizo saltar.
Hasta que saltó al vacío
sin conocer sus alas.
Nunca estuvo tan rota;
pero eso la hizo saltar.